Por un «compromiso histórico» Español. (Publicado en Mercados de El Mundo)

Escrito a las 7:43 pm

El rescate financiero de Portugal, la renuncia del Presidente Zapatero a presentarse a una nueva reelección y la revisión a la baja de las perspectivas económicas del Gobierno junto a la subida de tipos de interés, son datos recientes que alteran el momento del país. Algunas cosas deberían modificarse tras estas nuevas realidades y con mayor rapidez e imaginación de la habitual.

         Ni podemos hacer como si lo de Portugal no tuviera que ver con nosotros, ni después de reconocer el bache económico, que anticipamos aquí, podemos mirar hacia otro lado. Y tras el anuncio del Presidente, no deberíamos pensar que las cosas siguen igual que antes. Se ha producido una constelación favorable a un cambio radical en la manera en que estamos conduciendo la crisis y esta recuperación lánguida e insuficiente en la que podemos estancarnos demasiado tiempo.
         Son muchos los factores que han conducido a la intervención exterior en el país luso. Pero no podemos dejar de señalar, entre los más destacados, la utilización de la crisis como elemento de ventaja político partidista rompiendo los consensos previos. Precipitar unas elecciones anticipadas por anteponer intereses partidistas frente al interés general, ha sido negativa para el conjunto del país cuya frágil confianza entre los mercados financieros internacionales ha acabado por romperse en forma de elevados tipos de interés e imposición de planes más duros de ajuste.
         España no es Portugal, decimos por activa y por pasiva. Pero para marcar diferencias de verdad, deberíamos esforzarnos por consensuar, al menos entre quienes pueden gobernar después de las próximas elecciones generales, un conjunto de medidas adicionales sobre lo ya hecho, para reforzar la confianza internacional mediante la eliminación de incertidumbres y unos estímulos selectivos a un crecimiento más vigoroso que el previsto.
         Hablo, a corto plazo, de un descenso significativo de cotizaciones sociales como elemento de ajuste de costes más rápido, eficaz y equitativo que los lustros de moderación salarial reclamados por el Ministro de Trabajo. O de articular un Fondo de Garantía de Activos Inmobiliarios Dudosos con aportaciones públicas  y privadas, para reforzar la estrategia de “banco malo” que están teniendo que adoptar por su cuenta las entidades  e impulsar, con ello, la necesaria reconversión financiera y la pronta recuperación del crédito privado.
         Como hablo, a medio plazo, de reforma del gasto público (sanidad, empleo, inversiones, etc.) y no sólo de su recorte, de mejora en la articulación del Estado autonómico (el salto federal), agilización de la Justicia, reforzar la transparencia en las administraciones, lucha contra el fracaso escolar, expansión efectiva de la innovación empresarial, cambios en las Universidades,  nuevo modelo productivo etc.
        
         Y no es posible llevar adelante los cambios estructurales y las reformas institucionales que necesitamos en esta particular coyuntura histórica si seguimos empeñados en partir al país verticalmente en dos mitades confrontadas por sistema. Aunque una de las dos alcance el 51% de los votos parlamentarios, no seria una mayoría suficiente para abordar la magnitud del cambio necesario hoy. Lo que necesitamos ahora en España, más que buscar obsesivamente mayorías de un signo político frente a otra de signo contrario, es articular una nueva mayoría social reformista impulsada, con ánimo inclusivo, desde los dos grandes partidos nacionales. Sólo así será posible vencer las fuertes resistencias a los cambios necesarios, resistencias que los han hecho imposible, hasta ahora.  Ello requiere dejar aparcado, de momento y de forma temporal, lo que separa en lugar de incentivarlo y centrarnos en aquello que une, para vencer en las profundas transformaciones a realizar, frente a los intereses creados que  van a oponerse a ellas.
El momento que vivimos  es excepcional. Por la crisis económica, pero también por la profunda desconfianza ciudadana respecto a la política en general, al modelo de estado y a las instituciones, por los problemas y bloqueos crecientes con que nos encontramos a la hora de resolver cualquier asunto importante, lo que lastra las posibilidades de avance como país en competitividad y bienestar.
Este bloqueo obliga a una política de apariencias. Alguna de las inauguraciones que hemos visto estos días pre-electorales, son sencillamente ridículas y un verdadero insulto a la inteligencia de los votantes. Parece que algunos piensan que si no pueden modificar la realidad mejor simular, con ayuda de la foto y la imagen, que lo hacen. Pero necesitamos, en estas horas difíciles, cosas más serias que el insulto y el maquillaje.
Los cambios necesarios no son posibles sin acuerdo amplio. Pero además, son transformaciones en las reglas del juego democrático que van más allá de las izquierdas y las derechas tradicionales, por lo que requieren pactos políticos y sociales más complejos y transversales que los intentados hasta ahora, en clave demasiado binaria (conmigo o contra mí).
Hace falta un compromiso histórico temporal como el que propuso Berlinguer en Italia entre las dos grandes fuerzas políticas de la época, el PCI y la DC, ante la profunda crisis económica y de modelo político sufrido por el país a mediados de 1970. De haberse llevado a cabo entonces, quizá no hubiéramos conocido en Italia la llamada “tangentópolis”, la corrupción, la ruptura de los partidos y el colapso del sistema, hasta llegar al momento actual. O, por traerlo al ámbito nacional, necesitamos recuperar un clima de debate y consenso como el experimentado en España durante la transición, que tan buenos réditos nos dio como país.
Para lograr un apoyo mayoritario a los cambios que necesita España en estos momentos excepcionales, hay que contar con la fuerza y la legitimidad que proporciona un amplio consenso que establezca medidas de avance que no se vayan a revertir, gane quien gane las elecciones.
 El Presidente Zapatero debería aprovechar la libertad que le brinda su renuncia, para propiciar esta renovación democrática, redefiniendo el concepto de mayoría necesaria aquí y ahora, propiciando un amplio compromiso histórico que cambie el contenido y la  forma de hacer política en España, recuperando la primacía del interés general frente a los particularismos de partido. Sería bueno para España y un final feliz para su mandato.
 

 

 

Un comentario

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jj
13.04.2011 a las 22:05 Enlace Permanente

Felicitaciones, un post perfecto….Jordi, por favor, tú puedes hacer algo más que escribirlo… hay que crear alguna plataforma, un movimiento, una asociación, estoy seguro de que en el otro «bando» hay mucha gente que piensa como nosotros….

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