Trabajar en 2033 (Publicado en Mercados de El Mundo)

Escrito a las 9:16 am

La crisis nos ha dejado una dolorosa herencia en términos de desempleo, condiciones laborales frágiles y baja formación profesional. Hoy tenemos más desigualdad, más precariedad, mayor brecha salarial de género y mayores riesgos de pobreza en el empleo que nunca antes. Todo ello golpea sobre las personas y, también, sobre las condiciones de productividad del sistema económico, es decir, sobre nuestra capacidad para generar riqueza de forma sostenible. Sin embargo, si hacemos un ejercicio de prospectiva veremos que más allá de esta situación, en gran parte reversible en cuanto superemos la crisis, se adivinan una realidad laboral diferente, con otros problemas. Aunque lo urgente sea hoy restaurar las heridas que la crisis ha dejado, no resulta menos importante adentrarnos en los cambios anunciados y previsibles en el mercado laboral y en la problemática no tanto de cómo se entra (contratación) o cómo se sale (despido, jubilación), sino de cómo vamos a vivir próximamente dentro del mercado laboral marcado también por los cambios que afectan al conjunto de la economía y de la sociedad.

Por ello, les propongo, en estas luces largas, echar una mirada al futuro del mundo del trabajo en España de la mano del informe de PwC “Trabajar en 2033” presentado esta semana, intentando con esta mirada más allá de la coyuntura, entrever aquellas realidades, ya presentes, que van a acabar imponiéndose sobre las demás, con objeto de prepararnos lo mejor posible para lo que viene. Desde el punto de vista cuantitativo, en los próximos veinte años se prevé para España un descenso del 4% en la población activa, una continuidad en la tendencia ascendente de participación de la mujer en el mercado laboral, un fuerte incremento en el número de pensionistas (14 millones frente a los 9 actuales), los segmentos laborales con cualificación alta y media crecerán el 7% y el 20% respetivamente, mientras descenderá el segmento de baja cualificación hasta un 30%. Por su parte, las profesiones más demandadas serán las relacionadas con hostelería, restauración, gestión medioambiental (agua y residuos), ocio, TIC, agroalimentación y biotecnología.

Tres son las tendencias que quiero entresacar de este ejercicio, partiendo de la encuesta a directivos que figura en el Informe citado. La primera tiene que ver con la relación entre trabajo cualificado y no cualificado. El nuevo modelo productivo basado en innovación continua y globalización estructural reordena las características necesarias de la mano de obra exigiendo un talento de nuevo cuño, más basado en habilidades y capacidades que en conocimientos académicos. El talento será universal, nómada y estaré bien retribuido, mientras que los trabajadores de baja cualificación serán sedentarios y sufrirán la competencia directa procedente de nuevos países con salarios bajos y de la robotización creciente de los procesos productivos. Viviremos una era de escasez global de talento, convertido en el principal factor productivo, lo que llevará a una gran competencia y movilidad internacional de profesionales que tendrán que adaptarse a esta nueva realidad mejorando sus habilidades socioculturales, competencias tecnológicas, capacidad de innovación, adaptabilidad y multidisciplinariedad.

La segunda tendencia prefigura grandes cambios en el entorno laboral: los trabajadores de talento organizarán su vida profesional entre varios trabajos, a veces consecutivos, a veces simultáneos, como autónomos con marca propia y en base a proyectos concretos. El uso de las nuevas tecnologías, además, permitirá que el centro de trabajo sea móvil, siempre que haya conexión a la red. Algunos estudios calculan entre siete y diez la media de puestos de trabajo que podríamos tener a lo largo de la vida laboral, repartidos entre varias empresas, actividades y sectores, alternados con periodos de formación y aprendizaje permanente, dentro de itinerarios profesionales más indefinidos. También serán habituales el teletrabajo, el coworking y los grupos de trabajo flexibles. La cultura presencialista y el fichar, perderán terreno en favor de resultados medibles, a los que vincular las retribuciones.

La tercera tendencia apunta a la generalización de empresas y centros de trabajo plurigeneracionales, donde convivan jóvenes, nativos digitales, muy vinculados a las redes sociales, al uso de las nuevas tecnologías y permanentemente conectados a Internet, junto a trabajadores mayores de 50 años a los que les queda por delante una vida activa y útil de 20 años y cuya experiencia no debe ser desaprovechada, sobre todo al generalizarse fórmulas de jubilación parcial. Esa realidad plural obligará a una gestión eficaz de la diversidad generacional en el seno de las empresas, que vendrá a sumarse a otras diversidades no menos importantes como la de género.

Dos conclusiones podemos extraer del análisis de estas tendencias: necesitaremos una profunda adaptación de la normativa laboral a estas nuevas necesidades con el doble objetivo de facilitar todas las posibilidades que requiera la nueva economía y, a la vez, evitar la precariedad, fomentando el máximo posible de seguridad en las relaciones laborales. Aquí cobra todo su sentido un desarrollo del concepto de flexiseguridad apenas esbozado por la Comisión Europea y entorno al que se debe producir una gran transformación en el mundo de las relaciones laborales y de las políticas de protección social, incluidas el desempleo y la jubilación. Por otro lado, la educación, la formación, cobra un relieve especial en este contexto. En España, contrariamente a la tendencia global, serán las cualificaciones medias las que vivirán el mayor incremento en la oferta de empleo en los próximos veinte años, concretamente, un 56% frente al 29% de la oferta de empleo con cualificación alta. Eso es debido a que son las más infrarrepresentadas hoy, pero exigirá una importante reconversión en nuestro modelo educativo actual, al que no pueden ser ajenas las propias empresas desarrollando programas propios de formación continua o dual. Si no nos tomamos en serio esta reforma educativa, tendremos gente capaz de diseñar los nuevos robots, pero no tendremos trabajadores con preparación suficiente para su mantenimiento o reparación.

Hablamos de escenarios de futuro según los cuales el mañana puede ser mejor que el presente, siempre que la mochila con la que lleguemos no sea demasiado pesada. Pero esa posibilidad sólo se concretará si hacemos bien las cosas desde hoy.

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