2013
Estímulo de la demanda y liderazgos. (Publicado en Mercados de El Mundo)
La eurozona se está convirtiendo en la única parte del mundo que continúa agravando su recesión. Sobre todo, tras constatar que los malos resultados se extienden a países centrales como Francia y Alemania, mientras que se alejan de EE.UU, Japón e incluso, Reino Unido. A pesar de que algunos siguen atrapados en culpar de la situación a los fallos de diseño institucional del euro proponiendo, incluso, soluciones extremas como la ruptura de la zona monetaria, o desempolvando viejas propuestas como reconvertir la moneda única en moneda común lo que devolvería pequeños márgenes nacionales de respuesta al recuperar los tipos de cambio, otros pensamos que la cosa es más sencilla: nos estamos equivocando en la política económica impulsada en beneficio del actual liderazgo europeo.
Son ya muchos los estudios, informes, análisis que señalan dos evidencias: primera, las reformas estructurales son imprescindibles para adaptar nuestras economías a la nueva realidad de la globalización e incrementar nuestros potenciales de crecimiento pero su impacto positivo sobre el empleo se produce a medio y largo plazo. Segunda, la retracción de la demanda agregada es la causa inmediata de la recesión y el paro que son, a su vez, los causantes de la caída de ingresos, públicos y privados, que dificulta la generación de ahorro con que devolver los excesivos préstamos contraídos en la época de la bonanza. Por ello, las políticas de austeridad resultan “pro cíclicas”, es decir, no combaten la recesión sino que la agravan.
Si esto es así, como parece, la combinación adecuada de políticas económicas en la Unión Europea no debería de ser, como hasta ahora, reformas a medio plazo más austeridad en el corto plazo, sino antes bien, reformas más estímulos a la demanda agregada. Como señalé la pasada semana, nuestra actual recesión se debe a un desplome de la demanda interna como resultado del pinchazo de la burbuja financiera, de la que solo saldremos mediantes estímulos selectivos a la reactivación de la actividad.
Ello no quiere decir que no existan, además, otros problemas ligados a la globalización económica que altera las condiciones tradicionales de competitividad. Pero tenemos que tener claro que son dos asuntos diferentes para los que no vale la misma receta.
Entre las medidas de estímulo a la demanda agregada en la eurozona quiero centrarme en tres: monetaria, presupuestaria y comercial. A estas alturas es claro que el Banco Central Europeo ha hecho una parte importante de sus deberes al incrementar, de forma sustancial, la liquidez existente en el eurosistema. Sin embargo, aunque ha rebajado las primas de riesgo no ha sido suficiente para lograr dos objetivos básicos en una política de estímulo de la demanda: incrementar el crédito puesto a disposición de los agentes económicos privados y restablecer el mercado de préstamo interbancario. Para conseguir estas cuestiones tenemos que superar una barrera, todavía existente, de recelos sobre la solvencia del sistema financiero europeo (en unos países, más que en otros) para lo que sería oportuno actuar en un doble plano: avanzar en la creación del espacio bancario europeo, acelerando las medidas ya aprobadas, pero, en paralelo, articular líneas especiales de crédito para pymes que circulen por canales directos para asegurar que llegan efectivamente a sus destinatarios (en España, a través del ICO y la banca nacionalizada). En ambos asuntos se está trabajando, en el caso de la línea de crédito vinculado a un plan de lucha contra el desempleo juvenil en Europa, pero los ritmos son demasiado lentos.
El estímulo presupuestario, como en EE.UU y Japón, debe de estar presente en una situación como esta donde los límites de la política monetaria como factor de reactivación, son evidentes. En el plano nacional relajando los plazos para reducir los déficits públicos de tal manera que el impacto recesivo del ajuste sea menos intenso (ya nadie defiende el carácter expansivo de la reducción de los déficits públicos), pero en el ámbito comunitario mediante dos decisiones: incrementando el volumen total del Presupuesto de la Unión hasta duplicarlo, pasando a representar el 2% del PIB (en EE.UU el presupuesto federal oscila alrededor del 25%) e impulsando, en combinación con el Banco Europeo de Inversiones y el BCE, planes de inversión en infraestructuras europeas y programas transnacionales de reactivación, como uno de emprendedores en red u otro de restauración de nuestros principales atractivos turísticos europeos como, por ejemplo, las playas o el patrimonio histórico cultural europeo.
La que he llamado reactivación comercial de la demanda agregada parte del reconocimiento de una evidencia: los desequilibrios comerciales entre paises están formados tanto por los déficits de unos, como por los superávits continuados de otros. Dicho de otra manera, si los paises con superávit comercial dentro de la eurozona estimularan sus economias, ayudarian, via importaciones, a la reactivación del resto de paises que verian, asi, aumentar sus exportaciones.
Estas tres vias de lucha contra la recesión en la eurozona mediante estimulos a la demanda agregada se pueden implementar dentro del actual marco institucional de la moneda única. Dicho de otra manera, no es cierto que los fallos en el diseño institucional del euro (que existen) sean los responsables de la recesión ni, mucho menos, de la inacción ante la misma. Sin modificar los tratados, ni alterar ninguna norma legal, se puede hacer, desde la Unión Europea, una politica económica distinta que, en lugar de extender el paro como una mancha de aceite, asuma la lucha contra la recesión como meta propia. Ni tan siquiera haria falta alterar el actual peso relativo de las diferentes instituciones que, con un elevado peso del Consejo Europeo en detrimento excesivo de la Comisión, señala la dirección de una renacionalización de las decisiones en base intergubernamental, en vez de comunitario. Solo haria falta voluntad politica para hacerlo, impulsado desde el Consejo Europeo. Y, para ello, quizá una mayoria de paises deban aliarse para convencer a Alemania de que el dificil momento actual haria más aceptable, incluso una “Europa alemana”, si Alemania estuviera dispuesta a ejercer otro tipo de liderazgo más inclusivo, que estimule el crecimiento.