Llegados a este punto, cayendo por la montaña rusa porque sí era una crisis en W y discutiendo si una intervención bancaria, es más o menos intervención, que una presupuestaria, creo oportuno hacer un alto para recapitular, porque no hay nada más práctico que una buena teoría.
- Todo empezó, cuando financiamos el milagro económico español (1994-2007) con dinero prestado. El fácil acceso al crédito, el sobreendeudamiento, provocó una burbuja especulativa generalizada (pelotazo) pero centrada en algunos activos, no solo inmobiliarios. Se creó mucha riqueza real (mejora del PIB per cápita) y bienestar social, pero nos dejó dos lastres: unos modos de hacer escasamente preocupados por la eficiencia, la evaluación, el esfuerzo o la solidaridad, así como un tremendo volumen de deuda, pública y privada, que de acuerdo con los últimos datos del Banco de España alcanza, todavía hoy, al 267% del PIB, de los cuales, la deuda externa alcanza el 165% del PIB.
- La crisis financiera internacional, desatada a partir del hundimiento de las hipotecas subprime en USA, puso en evidencia lo peligroso de las operaciones basadas en los productos derivados que había impulsado la banca internacional aprovechando la desregulación global. Grandes volúmenes de activos financieros se evaporaron, arruinando a decenas de entidades que tuvieron que ser rescatadas por sus gobiernos (nacionalizadas), forzadas a fusionarse con otras más saneadas o dejadas quebrar (Lehman). En general los países del G-20 decidieron amputar las partes tóxicas de sus sistemas financieros para intentar salvar, con celeridad y al máximo, sus economías productivas necesitadas de crédito. Salvo en España, donde por proteger a la parte más sana del sistema financiero, se sacrificó al resto (Cajas) y al propio sistema productivo condenado a una prolongada sequía crediticia y al paro masivo. Con el agravante de que la toxicidad de los activos es contagiosa y evoluciona a peor. A finales de abril, las capitalizaciones de mercado de los bancos de la zona euro eran un 50% inferior a su valor contable tangible. No haberlos amputado a tiempo en España (banco malo) hace que el problema vaya a peor de forma acelerada. Las actuales estimaciones sobre el dinero “adicional” que necesita nuestro sistema financiero, post Bankia, para capitalizarse, oscila entre un mínimo de 40.000 millones de euros reconocido por Botín, hasta el doble que defienden varios expertos. En todo caso, no tenemos ese dinero, ni es posible obtenerlo por procedimientos que excluyan la ayuda institucional de la Unión Europea, que puede hacer de dos maneras: prestando al gobierno para que sea este quien capitalice (intervención clásica) o capitalizando directamente a la banca desde el nuevo Fondo de Rescate, a través del FROB (intervención light). Nuestra opción hoy no es, intervención, si o no, sino qué tipo de intervención.
- El sacrificio realizado por las familias españolas desde el estallido de la crisis, es grande y se puede medir de muchas maneras. Hemos perdido casi tres millones de ocupados y los que trabajan, han visto rebajado sus salarios, lo que se ha traducido en una caída importante de los ingresos medios por hogar, afectados además por los recortes de las transferencias públicas. También el gasto medio por hogar en bienes y servicios ha caído, sin contar la inflación, un 10% en cuatro años. Todo ello ha permitido reducir, de manera espectacular, nuestro déficit de balanza de pagos en nueve puntos porcentuales de PIB. A pesar de esto, el stock de deuda de los hogares sólo se ha rebajado un 6% desde 2009 y el empresarial, un 4%. Estos datos evidencian que la estrategia puesta en marcha, consistente en “apretarse el cinturón”, es insuficiente para hacer frente al elevado volumen de endeudamiento contraído. Ello alimenta las sospechas de los mercados sobre si seremos capaces, o no, de hacer frente, como país, a las deudas, sobre todo cuando los activos que las respaldaban, cada vez valen menos.
- La crisis encontró a un sector público razonablemente saneado. No sólo acumulaba, por primera vez en nuestra democracia, tres años con superávit presupuestario, sino que había rebajada varios puntos la deuda pública. A pesar de ello, su impacto fue instantáneo pasando, en dos años, de un superávit de casi el 2% del PIB (2007) a un déficit del 11,2% (2009). Desde entonces y, a pesar del incremento de la recesión que golpea reduciendo ingresos y aumentando algunos gastos, lo llevamos al 8,9% dos años más tarde, consolidando una fuerte tendencia de reducción que nos llevará a tener equilibrio estructural, probablemente, el próximo ejercicio. El diseño de austeridad presupuestaria puesto en marcha tiene, sin embargo, efectos secundarios negativos: aumenta la deuda pública, porque canjea déficit por deuda (el plan de proveedores es eso) y, sobre todo, provoca un impacto recesivo sobre el conjunto de la economía que los expertos han calculado en 0,5 puntos de reducción del PIB, por cada punto de déficit rebajado.
En resumen, si seguimos la estrategia de austeridad pública y capitalización bancaria con sequía de créditos seguida hasta la fecha, con intensidades distintas tanto por un gobierno como por el otro, no llegamos. No llegamos para capitalizar los bancos afectados por los activos tóxicos y no llegamos para devolver las deudas privadas contraídas, en parte, con el exterior. Y además de no llegar para hacer frente a los dos problemas principales que determina nuestra elevada prima de riesgo (que, a su vez, se convierte en problema añadido al encarecer el coste del ajuste presupuestario), podemos sumir a la sociedad española en una década perdida de más de diez años (de los que ya llevamos cuatro).
Este es el verdadero problema de fondo que tenemos como país. Y para hacerle frente, dos cosas son necesarias. Necesitamos ayuda externa: recursos europeos para nuestros bancos, que computen como capital; liquidez del BCE, junto a reactivación alemana y un largo período de inflación suave. Pero, además, hace falta un cambio en la estrategia económica, europea y española, hacia políticas que hagan incrementar los ingresos, tanto públicos como privados, (crecimiento) y no solo recortar gasto.
11.06.2012 a las 17:36 Enlace Permanente
A pesar de mi ignorancia en temas económicos, entiendo y comparto en gran parte la situción que se describe. Quizá dadas las circunstancias, desde la pura lógica economista y racional, lo del rescate bancario, sea la
alternativa más viable, aunque como bien se comenta, con consecuencias a la larga, ya que aumenta la deuda publica y además habrá que hacer frente a los intereses bastante elevados. Los recortes no traen crecimiento en si mismos y aunque contribuyen a paliar el deficit, nos llevan a una dinámica de crecimiento nulo y más empobrecimiento de las
clases medias y con una reforma laboral que se podia suavizar algo para el trabajador, pero que al único que se hizo pensando en el empresario y siguiendo sus criterios. La pregunta, sería porqué no se piden responsabilidades a esos actores financieros que han dejado que ciertos bancos llegaran a este extremo y a veces con ocultamiento de la verdad ..? Si la globalización trajo consigo un desregulización de los controles financieros y de ahí las hipotecas subprime, por qué no se establecen unos parámetros de control para evitar esas especulaciones..?
Además, lor mercados estan haciendo de la economía algo muy volátil y que se sustenta sobre unas bases a veces excesivamente ficticias, que permiten la especulación y no traen estabilidad…..
13.06.2012 a las 12:47 Enlace Permanente
SR . Sevilla, sigue usted creyendo que todavia seria una buena medida el rejuvenecimiento de la Administracion.
14.06.2012 a las 23:06 Enlace Permanente
Buenas tardes,
Las ayudas a la banca, no deberían utilizarse para que los banqueros vayan concediendo créditos para comprar su parque de viviendas, si eso se produce, solo estaremos prolongando la crisis.
Los bancos, deben poner su excedente de viviendas en alquiler o en venta con recortes muy significativos en los precios pero que al fin y a la postre, les hará ganar liquidez, que es lo que España necesita en estos momentos.
Por otra parte, la política del gobierno, no debería limitarse a recortar, es cierto que si se tiene que recortar en algo, debería hacerse en los 35.000 millones anuales en prestaciones por desempleo,ya que si ese dinero se destinara a la creación de empresas, se reduciría el paro y aumentarían los ingresos por IRPF y aumentarían el consumo interno tan de capa caída.
En esta crisis, los bancos que deban quebrar, deben quebrar, es la ley del mercado, si de ello se deduce que habrá entidades financieras más fuertes, mejor para el país.
Los bancos deben liberarse ya de sus pisos sin vender y eso solo se consigue bajando los precios o poniéndolos en alquiler a precios populares, solo eso reactivará la economía.
La prestación por desempleo debe convertirse en subsidio y los parados deberían contribuir haciendo trabajos de ayuda a la comunidad, no queda otra.
El Estado, debe atender sus compromisos y recuperar su prestigio, esa es la única manera de ganar confianza.
Los ciudadanos, acostumbrados ya a ser las ovejas que se ordeñan, también necesitamos que el Estado, abandone posturas liberales y necesitamos que se marquen precios máximos para alimentación, vestido y vivienda.
Si son necesarios los recortes, adelante, pero es necesaria una contención de los precios y el mantenimiento de derechos sociales como la educación y la sanidad y el establecimiento de un seguro social, una especie de prestación por desempleo, pero en realidad, un mecanismo que garantice vivienda y alimentos a los más desfavorecidos.
El primer paso es que los bancos ganen liquidez, vendiendo sus viviendas, una vez hecho, asuman las pérdidas y se hagan fusiones y que el crédito fluya hacia la creación y la financiación de las empresas que es lo que hará que se cree empleo.
No estaría de más, subir los salarios, no puede ser que empresas con beneficios ganen más con la crisis, es necesario que se incremente el consumo interno.
Recetas de un padre de familia, suerte a todos.
17.06.2012 a las 08:01 Enlace Permanente
Incompleto. Lo que se enumera en su articulo se ha visto potenciado por unas clases dirigentes, en lo politico y economico, que no han hecho absolutamente nada para para reducir el impacto de lo que ud. describe. No es aceptable que todo gire alredededor del control del gasto cuando parece evidente que hay mucho recorrido por la parte de los ingresos. tenemos evidencias de que esta crisis sienta bastante peor a los mas modestos economicamente que a los mas poderosos. La inoperancia de los politicos y su incapacidad para corregir una inercia apabullante es demasiado escandalosa.