La segunda vuelta. (Publicado en Mercados de El Mundo)

Escrito a las 11:57 am

Me gustaría conocer la opinión de los candidatos a la Presidencia del Gobierno sobre qué medidas son posibles y necesarias para reactivar la economía española. Obsesionados como estamos por seguir las nuevas e imaginativas medidas de reducción del gasto que se les ocurre, un poco a salto de mata, a los responsables de las administraciones autonómicas y locales, no podemos perder de vista el contexto general de un país necesitado no solo de recortes en el sector público, sino de reformas en el aparato productivo e institucional si queremos salir del actual estado de atonía en que, según el Banco de España, nos encontramos.

                Estos días tengo la impresión de estar viviendo un “déjà vú”, una segunda vuelta, a cámara lenta, de la misma crisis ya conocida: el crecimiento se desacelera, las burbujas especulativas siguen su paulatino proceso de desinfle (sector inmobiliario en caída casi libre, activos bursátiles a la baja), el crédito a familias y empresas sufre otro “moderado descenso” según el mismo informe del Banco de España, regresa la sequía en el mercado interbancario por desconfianza entre entidades, lo que fuerza a las autoridades monetarias a inyectar nuevas cantidades de liquidez (solo falta que bajen los ya bajos tipos de interés), el sector financiero parece necesitar nuevas recapitalizaciones, la deuda soberana experimenta una elevada volatilidad en los mercados, las empresas se plantean ajustes adicionales de capacidad ante la falta de crédito y de demanda (salvo las exportaciones). En la zona euro, la sensación de moviola se agudiza: cae o no cae Grecia; se interviene o no a nuevos países; habrá quitas o todavía no; apoya Alemania al euro o lo empuja por el precipicio; cuando y a quien atacarán, esta vez, los mercados etc.

                Y en ese contexto repetitivo, no tenemos más remedio que volver a explicar algunas cosas. Primero, que si el déficit del conjunto de las administraciones públicas españolas debe pasar desde el 6% del PIB previsto en el Programa de Estabilidad para este año (todavía más, si, al final, se supera esta cifra en algunas décimas) hasta el 4,4% comprometido para 2012, es imprescindible efectuar nuevos recortes en el gasto público, sobre todo, si las perspectivas de crecimiento se reducen a la mitad de lo proyectado en dicho Plan. Podremos discutir en qué partidas se hacen los recortes añadidos a los ya hechos en los pasados años, pero es imposible que no haya reducciones en el gasto, de cuantía suficiente como para rebajar tan importante volumen de déficit aunque, a la vez, se suban algunos impuestos con escaso margen recaudador en este contexto económico.

                Me resulta incomprensible que si la situación financiera de países periféricos del euro como España es tan delicada como parece atestiguar la rápida reforma constitucional aprobada por consenso entre los dos grandes partidos para introducir un compromiso con el equilibrio presupuestario, no hayan sido capaces de pactar algo mucho más inmediato, tangible y de inequívoca repercusión positiva sobre el diferencial con Alemania y la marca-país, como el Decreto-Ley de Prórroga de los Presupuestos, facilitando al próximo Gobierno, sea cual sea, y a las Comunidades Autónomas y Locales, el cumplimiento de ese objetivo de déficit.           

                Segundo, que es imposible recortar de manera significativa el gasto público, sin que ello afecte de manera negativa al crecimiento económico lo que retroalimenta, a corto plazo, el déficit. Lo estamos viendo, claramente, en Grecia, donde el intento de cumplir el plan de ajuste pactado está provocando una fuerte recesión económica, o aquí, entre nosotros, donde el mismo informe ya citado del Banco de España apunta a la fuerte caída del consumo público como la principal explicación de la moderación en el ritmo de avance de la economía en el segundo trimestre. Este hecho, más el regreso señalado de viejas dificultades que ensombrecen el panorama, justifica la necesidad de abordar, en paralelo, el necesario ajuste público con reformas que reactiven la actividad económica de manera compensatoria.

La campaña electoral es una magnífica oportunidad para conocer, no solo los distintos planes de redimensionamiento del sector público que lo hagan compatible con las exigencias de reducción del déficit sino, también, aquellas medidas reactivadoras de la actividad privada que proponen los candidatos y sus equipos (los partidos se han difuminado, como nunca hasta la fecha) para evitar un regreso de la recesión, inducida esta vez a base de austeridad pública, en sociedades donde mucha empresa privada tiene como principal cliente al sector público.

                Aunque se haya dejado, casi, de hablar de ello, ahora es la hora, más que nunca, de los debates y las propuestas concretas sobre la productividad, el ajuste interno de costes (bajada de cotizaciones sociales), la competitividad o el cambio de modelo productivo.

                Tercero, ningún plan de reactivación de la economía española será posible sin acciones específicas y de gran impacto inmediato en, al menos, cuatro sectores: construcción, turismo, automoción y alimentación. Porque hasta que no recuperemos una actividad razonable en los mismos, muy superior a la actual, será imposible reducir el desempleo con la magnitud y rapidez requeridas. Y todo ello exige recuperar la circulación de crédito bancario a familias y empresas, punto sobre el que vuelvo a plantear la propuesta de construir un “banco malo” que concentre los activos tóxicos inmobiliarios en manos de las entidades financieras como instrumento para reducir sus riesgos, mejorar sus ratios de capital y, sobre todo, permitirles aumentar sus flujos de crédito rentable. Esa reorientación de la estrategia de reconversión financiera seguida hasta ahora, podría requerir menos ayuda pública que la actualmente comprometida, garantizando un rápido impacto positivo sobre el sector y, sobre el conjunto de la economía. Al parecer, esta propuesta, bien vista ya por el sector inmobiliario, se ha hecho llegar recientemente a los candidatos por parte de relevantes representantes del propio sector financiero.  Veremos que dicen.

                Vivimos un momento complejo, difícil, cargado de incertidumbres, temores y resquemores, donde las exigencias ciudadanas a la clase política son mayores que nunca porque del acierto de su gestión dependen demasiadas cosas vitales. Es tiempo para estadistas. ¿Los tenemos?

Un comentario

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la primera fuente
05.10.2011 a las 10:57 Enlace Permanente

Tiene usted mucha razón, Sr. Sevilla.

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