Las dos almas económicas del presidente. (Publicado en Mercados de El Mundo)

Escrito a las 1:00 pm

Lo malo es no saber a qué carta quedarse, en economía, con el presidente del Gobierno. Entre aquel «voy a tomar las decisiones que España necesite», dicho la mañana del debate sobre el estado de la Nación, al «me han obligado los mercados contra mi deseo» de la tarde frente a la izquierda, hay un abismo. El abismo de la incertidumbre que genera desconfianza entre los prestamistas porque las cosas, o se hacen por convicción, o por imposición, pero difícilmente por ambas cosas a la vez.
        Parece claro que aquellos días de mayo en que los mercados financieros, tras ahogar a Grecia, empezaron a apretarnos el cuello, marcaron un antes y un después en la política económica española y en la percepción presidencial del complejo mundo de la economía globalizada. Fueron su particular caída del caballo. A partir de ahí, vimos en funcionamiento al Zapatero austero y reformador, haciendo, con el mismo retraso con que tardó en reconocer la gravedad y duración de la crisis, aquellas cosas que le veníamos pidiendo muchos desde hacía tiempo y a las que se había negado hasta ese mismo momento.
        Acompasar reducciones sostenibles del déficit público con reformas estructurales profundas como estrategia para impulsar el crecimiento, ha formado parte del recetario sugerido desde muchos lugares, incluida esta columna. Reconforta ver que el presidente, por fin, ha llegado a la misma conclusión. La duda surge cuando te preguntas: ¿lo hace convencido o vencido? Y el asunto no es baladí porque en un caso, se irá ampliando el campo de cambios y mejoras que busquen incrementar la productividad y el crecimiento sostenible. Pero si se hace arrastrando los pies y en contra de las convicciones íntimas, como se ha llegado a decir, dejará de hacerse en cuanto afloje la presión externa que ha obligado a virar.
        No seré yo quien haga una defensa del papel que han jugado los llamados mercados financieros, tanto en el origen como en el desarrollo de esta crisis. Pero tras criticarlos, denunciando la pasividad europea ante la necesidad de una profunda reforma de los mismos, debo reconocer que su actuación ha puesto de relieve algunos fallos fundamentales en el adecuado funcionamiento de las democracias. Por ejemplo, ¿nos hubiéramos enterado, sin la presión de los mercados, de las trampas presupuestarias del anterior Gobierno griego? ¿Las autoridades políticas de aquel país (y vale para cualquier otro) hubieran adoptado las medidas económicas adecuadas sin la presión de los mercados? ¿Qué mecanismos alternativos tiene el sistema político para corregir medidas disparatadas y perjudiciales a medio plazo adoptadas por sus autoridades electas? ¿No demuestra todo ello que, más allá del debate entre legitimidades, los actuales mecanismos de la democracia europea tienen fallos importantes por los que se han colado los mercados? ¿Tendremos que agradecer los españoles a la presión de esos mercados el cambio producido en la política económica y que tanta falta hacía para garantizar nuestro futuro?
        Entenderán ahora mi preocupación por saber si el presidente está, de verdad, convencido de que las reformas propuestas y otras pendientes, más allá del detalle, son buenas para España por méritos propios o, simplemente, piensa que son lo mejor que se puede hacer, dado que la alternativa de seguir sin hacerlas ya no es posible porque nadie nos financiaría. Por cierto, me resultó entrañable contemplar la convicción con la que explicaba, en una tarde, al grupo de Esquerra/IU, los problemas para acceder al mercado internacional de crédito cuando el interbancario no funciona de manera adecuada, mientras que sobre el origen de nuestra deuda, pública y privada, no decía ni una palabra. Porque no vale la explicación de que en cada momento se hace lo que se puede, como si no hubiera relación causal entre las necesidades de ahora y las decisiones adoptadas en el pasado.
        El ministro de Fomento y vicesecretario general del Partido Socialista ha expuesto en un reciente artículo la continuidad de la política actual post-mayo con ese reformismo del socialismo español que nos introdujo en Europa, hizo la reconversión industrial o nos preparó para el euro con la reforma laboral de 1994. Pero en el caso del presidente, ya digo, parece que su posición depende mucho del interlocutor.
        Es conocida la existencia en el PSOE de «dos almas» enfrentadas a lo largo de su historia: Largo Caballero frente a Besteiro, guerristas y renovadores, partido y sindicato, izquierda socialista y mayoría, incluso Solbes y Caldera. Reflejando, a veces, dos puntos de vista distintos sobre la misma realidad (¡que tiempos aquellos en que la disparidad de opiniones en el seno de un partido, no era confundida con la traición, ni con la jaula de grillos!) y otras veces, una discrepancia no tanto sobre las políticas a hacer, cuanto sobre los ritmos de aplicación de las mismas o sobre el orden de prioridades.
        Cuando creíamos aniquilada esa etapa ante el liderazgo fuerte del actual secretario general, descubrimos, gracias a los hechos del pasado mayo, que esas dos almas siguen presentes. Pero esta vez, las dos almas, encarnadas en el mismo cuerpo presidencial.
        En todo caso, cuando el presidente empieza a hacer, con retraso, lo que tiene que hacer, aunque no acabe de tener claro por qué lo hace, si por convicción o por imposición, lo mejor que podemos hacer los demás es no distraer con huelgas generales o con peticiones de elecciones anticipadas. Estamos viviendo unos momentos cruciales que van a determinar buena parte de nuestro futuro como país. Se están debatiendo en el Parlamento importantes reformas que van a alterar nuestras condiciones de vida y trabajo durante décadas. Es la hora de efectuar aportaciones constructivas, de modificar todo lo que haya que modificar, de aportar soluciones y de buscar el acuerdo mediante diálogos y pactos. Es la hora de la negociación entre alternativas públicas. Ya llegará la hora de mostrar la coherencia individual entre nuestra alma ciudadana y nuestra alma de votante. Porque lo de las dos almas, está más extendido de lo que parece ¿O no?

3 comentarios

001
Espectador
22.07.2010 a las 09:42 Enlace Permanente

Teniendo en cuenta las convicciones materialistas de Zapatero, hablar de almas (¡más de una, incluso!) en relación con él puede ser insultante, y no creo que el interesado lo aceptara. Si se le preguntara, seguro que diría que el no tiene alma ninguna.

Es posiblemente la única cosa en la que estaría de acuerdo con él: yo también creo que es un desalmado.

002
enric doménech
22.07.2010 a las 11:58 Enlace Permanente

Buscar sinergias.

Además de adoptar medidas, deberemos calibrar la idoneidad, oportunidad, y la maximización de los efectos, a veces no tanto sobre el sector o actividad en cuestión, sino sobre aquellos sobre los que directa o indirectamente pueda incidir e influenciar.
Así por ejemplo, algunos seguimos sin entender esa ansia por incentivar el consumo en el sector automovilístico, cuando en España no se produce ni el 20 % de los vehículos que se compran; o por qué se eliminan las subvenciones a la generación de energías renovables en el ámbito doméstico, o hasta una determinada capacidad de generación, cuando aunque si se tratase de subvencionar estas instalaciones, solo para uso propio, estaríamos consiguiendo un ahorro directo en las economías de las familias y de rebote, apoyando a la universalización de estos usos, y al despegue de un sector empresarial, que redundaría en la reducción de costes de producción, y un abaratamiento del precio de los productos.

Se pueden y deben buscar líneas de actuación unidireccionales, y paralelas. Trabajar en un mismo sentido, multiplicando el efecto de las medidas, y eliminando los resortes y frenos al avance. Pero además actuando desde varios o sobre varios frentes. No solo plegándose a las multinacionales, sino dando un pequeño y sólido apoyo a las Pymes que son predominantes y determinantes para el crecimiento de la riqueza y el empleo en España.
Las Pymes han sido pioneras en la búsqueda y conquista de mercados; no colonizándolos, sino localizando segmentos y nichos de mercado en los que son y han sido ejemplares. El empresariado de la Vall d’Albaida, el Comtat i l’Alcoià ha colocado ‘picas en Flandes’ en sector textil, en dura competencia con los productos baratos del extremo oriente. O cómo el sector naranjero, ha sido capaz de vender ‘naranjas en la China’ o en Rusia, o en Polonia, o en Estados Unidos. O desde las canteras de Novelda o el Buixcarró, se exporta granito y mármol a todo el mundo. O desde el sector ceramista castellonenc, se han decorado palacios, casas, oficinas, etc… por todo el mundo. O el calzado alicantino calza a personalidades y deportistas de cualquier lugar del planeta.
Son sueños, proyectos, ideas, empresas, familias, trabajadores, que nada tienen que envidiar a los ejecutivos de las multinacionales. Esta especie ha desarrollado unas cualidades, instinto de supervivencia, y espíritu emprendedor, que da mil vueltas a cualquier lobby o grupo de presión.
Del lado del ciudadano, del trabajador, del autónomo, del cooperativista, de la Pyme, del tejido empresarial que bulle y crea riqueza y bienestar es del lado del que muchos queremos que se coloquen las políticas ‘sinérgicas’ del Gobierno de España, del Gobierno Comunitario, y de los Gobiernos Autonómicos y Locales.
Se puede apoyar a todos estos grupos, de muy diversas maneras y modos: reduciendo la burocracia y la autorización de creación y apertura de negocios, dotando de espacios apropiados para la generación de la actividad empresarial (parques industriales, empresariales, científicos, innovadores, …), convergiendo Universidad y Empresa, optimizando los centros coordinadores españoles de negocios en el exterior, siendo interlocutores válidos y ágiles con los gobiernos de terceros países para allanar barreras y facilitar el establecimiento de acuerdos comerciales, y un sin fin de ‘ideas’.

Un esperanzador abrazo desde Xàbia

enric doménech

003
Franesco
22.07.2010 a las 21:17 Enlace Permanente

¿Ambivalencia?

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