La magnitud de la tarea que tenemos por delante exige dos cosas: rapidez en su ejecución y amplio consenso político y social. Digámoslo claro: nuestra democracia está consolidada y es bueno que haya gobierno y alternativa al mismo. Pero vivimos una situación excepcional que aconseja soluciones excepcionales, de esas que sólo se aplican cada treinta años. Por la gravedad de la recesión, porque se requiere un acuerdo formal con las CC.AA para impulsar buena parte de las reformas necesarias, porque todas ellas necesitan para implantarse más tiempo del que queda de legislatura, porque va a ser imposible que se apliquen sin ningún tipo de respuesta social por parte de minorías perjudicadas y, todo ello, hace eficaz un gran pacto político. Esto, hoy, es urgente e importante, las dos cosas a la vez. Cualquier otra opción, incluyendo unas elecciones anticipadas, no es solución porque aunque hubiera un ganador por mayoría absoluta, seguiría necesitando el concurso de quien quedara en la oposición pero controlando muchas parcelas de poder institucional. Hoy, necesitamos tanto un gobierno como una oposición, útiles para el país.
Por otro lado, creo que los datos auguran una recuperación de la economía española más rápida de lo previsto. Si una parte de la recesión fue debida al efecto “susto” que en plena crisis detiene decisiones privadas de inversión o consumo, de manera simétrica veremos un repunte de ambos como consecuencia de lo que podríamos llamar efecto “alivio”, cuando se asuma que lo que tenemos por delante es la reactivación y no más recesión. Hay muchas ganas de salir de la crisis. Y esa predisposición se puede retroalimentar a poco que se empiecen a confirmar datos objetivos positivos. Pero confiar en una salida espontánea, es aceptar una solución más lenta, injusta y perjudicial para los más desfavorecidos. Los brotes verdes hay que cuidarlos, protegerlos y regarlos, porque el resto del campo seguirá, durante mucho tiempo, lleno de malas hierbas. Por ello, no hay que tener prisa en retirar los estímulos públicos a la actividad, hay que preferir reformar el gasto público antes que recortarlo y, sobre todo, hace falta una actuación urgente y radical que permita restablecer el crédito bancario a las familias y empresas. En este momento, creo que ya no basta con la reestructuración de las cajas de ahorro y, tal vez, haya que recuperar la idea de un “banco malo” de titularidad pública que agrupe los activos inmobiliarios tóxicos que siguen lastrando las posibilidades crediticias de nuestro sistema financiero.
En tercer lugar, hacer reformas estructurales, es de izquierdas. Aunque también salgamos de la crisis sin ellas, el coste social será mayor y repartido de manera más injusta. Lo más regresivo, además de más caro, es no tocar nada o hacerlo de manera cosmética. Hacen falta reformas estructurales profundas en: mercado laboral, sector público (ingresos y gastos), sistema administrativo autonómico y local, cambio de modelo productivo, educación, justicia, sanidad, pensiones etc. Sin ellas será imposible que nuestro crecimiento económico se recupere pronto al nivel necesario para crear el empleo que necesitamos. Reducir el paro mejora el bienestar de toda la sociedad, no solo de los parados. Y tampoco será fácil, sin ellas, convencer de que seguiremos siendo solventes a medio plazo, a quienes les tenemos que pedir prestado para financiar nuestros déficits, públicos y privados.
En cuarto lugar, no creo que la mejor manera de organizar la toma de decisiones en una sociedad democrática sea aceptar los dictados nerviosos de unos mercados financieros internacionales cuyos objetivos no son los nuestros. Esto, me parece especialmente claro después de que esos mismos mercados, desregulados, especulativos, cortoplacistas, opacos, irracionales, nos hayan proporcionado la mayor crisis económica de la historia reciente. Mi convicción en la necesidad del mercado como elemento esencial en la articulación de las decisiones económicas básicas está, precisamente, en la base de esta critica. Porque quienes toman decisiones en base a rumores tan interesados como descabellados, despreciando la información existente, provocando estampidas de rebaño, no forman mercado. Serán otra cosa y tendrán mucho poder, pero por respeto a Adam Smith, no les llamemos así. Después de las especulaciones contra el Sistema Monetario Europeo en los años 90 del siglo pasado y tras todo el asunto de los derivados, la burbuja especulativa y las subprime, convendría que todos cerráramos filas detrás del Presidente Obama y aprobáramos una profunda reforma del sistema financiero internacional para evitar que un segmento del mismo actúe como jugador de ventaja a costa de nuestros bolsillos. Tras los actuales ataques al euro, El ECOFIN no puede demorar más esas decisiones.
Por último, los movimientos especulativos se producen cuando mostramos debilidades o existen zonas grises en las que es posible hacer negocio, gracias a la indefinición de las reglas. Y el euro, la gran obra europea que debemos preservar, ha sido una experiencia incompleta que ha dejado muchos puntos oscuros, como estamos viendo con el caso de Grecia. Cuando se firmó el Tratado de Maastricht, ya se sabía que no era posible construir un espacio monetario unido solo por la moneda. Que hacía falta respaldarla con políticas económicas y presupuestarias más armonizadas o, incluso, comunitarizadas. El Pacto de Estabilidad fue un pálido reflejo de lo necesario para hacer consistente en el tiempo, una moneda única. Ahora, estamos comprobando que la construcción europea no se puede detener y que tras el euro, hacía falta más pasos en la línea de la Unión Económica, incluyendo, un Fondo Monetario Europeo y políticas sociales, de empleo y de bienestar más coordinadas. En ese sentido, necesitamos más Europa. Ayudar a Grecia es ayudarnos a todos nosotros. Pero solo nos ayudaremos de verdad si aprendemos la lección y ponemos los medios en la Unión, para evitar que vuelva a reproducirse algo similar.
Ha llegado la hora de hablar de esfuerzos, de sacrificios, de reformas, de equidad, de competitividad, de cohesión, de proyecto colectivo. Y eso, a diferencia de la evolución de las especies, no podemos dejarlo en manos de un relojero ciego, ni siquiera de dos, porque seguirán recto, con el volante fijo, aún cuando entremos en curvas.
11.05.2010 a las 19:00 Enlace Permanente
Fem el Fem o fem el Fer? ¿Ser o no ser?
Y no me estoy refiriendo al ‘estiercol o basura’ (‘fem’ en valencià), que podría; sino al ‘Fondo Europeo Monetario’.
Aunque, y acogiéndonos al por ti referido modelo americano, la Federal Europea Reserva, podría ser el referente más cercano histórica y económicamente.
Para ello, ya llevamos tiempo pidiendo un mayor protagonismo de los entes u organismos supranacionales (que no internacionales), que pongan rumbo al gobierno económico a la Eurozona. Y no podemos hablar ya en rigor de mercado interior; sino de vertebrar y armonizar nuestras interrelaciones comunitarias, con las del resto del mundo.
¿Tan difícil es agruparse bajo una misma voz, bajo un mismo mando?
Se tiene en falta un buen Capitán (de 15 años). Que con la meta del 2015 se definan los nuevos parámetros u horizontes de la política comunitaria.
Celebrar el 15 aniversario de la presentación del euro, sería un excelente momento, para además dotarlo de una gran y fuerte Caja de caudales, en los que el ciudadano medio tenga la tranquilidad de dejar sus ahorros, y de que sirven para lo que deben de servir sus aportaciones al presupuesto comunitario, vía impuestos.
Hace falta una pizca de generosidad, de solidaridad, de nobleza en las políticas a desarrollar en el Parlamento Europeo.
Si pedir sentido de Estado, puede resultar una utopía a tenor de lo que leemos en prensa (carnaza y tirar a los pies de los caballos al contrario), pedir que además tengan visión de futuro, altura de miras, y claridad en las exposiciones de los asuntos a regular y legislar para dotarnos de las necesarias herramientas de Gobierno, puede resultar, repito, si más no ‘misión imposible’. Pero tal vez porque llevamos en la sangre aquello de ‘más moral que el Alcoyano’, seguimos y seguiremos luchando porque el sueño sea posible, y se convierta en una realidad, que al menos nuestros hijos disfruten.
Cojamos altura para poder aumentar nuestro campo de visión. Y retomemos el astrolabio europeo, para guiarnos en este ‘viaje a Itaca’.
Una forta salutació des de Xàbia
enric doménech
11.05.2010 a las 19:33 Enlace Permanente
Pues creo que este discurso no nos conmueve.
Han llegado tarde las ambulancias, el samur económico y los primeros auxilios, el paciente (la sociedad) ha muerto.
Se han cargado la esencia y lo que es peor las personas sin dinero , cadáveres andando.
Han destruido la ilusión, pero han traído a los corrillos de los colegios de nuestros niños, las ganas de salir a la calle a pelear nuestros derechos.
Déjense de tanto sacrificio y sírvanse otro aperitivo financiero a nuestra salud.
No se olviden que votamos y estamos decidiendo el voto, pero no teman ni al PP que es lo más parecido a un dolor de muelas ni el PSOE que de tan tibio produce urticaria, ni nadie que se le parezca, tipo Rosa Díez.
Ahora podemos movernos por otros derroteros.
Como dicen los gitanos «no nos camelais»
Un saludo
Magda
13.05.2010 a las 10:06 Enlace Permanente
Hoy he vuelto a releer el texto y comprendido la intención real del autor, que obviamente ya conocía el discurso del presidente referido a la crisis y las medidas a tomar y estoy de acuerdo en el fondo de la idea.
Y teniendo en cuenta que hay que empezar por algo, yo entraría de lleno en la reestructuración - hablando eufemísticamente o no - del sistema, y si para ello hay que poner fecha de caducidad a la propiedad de las poltronas, pues bienvenida sea.
Por otra parte, las medidas drásticas que ha tomado el gobierno son necesarias, aunque no todas son de mi gusto, y lo más importante es que han de ser tomadas en serio. Si la oposición no las apoya es porque no le interesan electoralmente; no son serios, les guste o no.
Un saludo y ni un paso atrás.
16.05.2010 a las 22:34 Enlace Permanente
Jordi, quién podría ser nuestro Obama particular?
Siempre he pensado que tiene que haber gente con buenas ideas. Y gente capaz de debatirlas inteligentemente. Desafortunadamente no es esta la gente que aparece en los debates públicos. No es una desgracia que no tengamos programas de televisión, para que todo el mundo los pueda ver, donde se invite a expertos, y digo expertos de verdad, no autoproclamados expertos o simples comentaristas?. Dónde están los profesores de universidad, los filósofos políticos, los empresarios serios, los sociólogos?
En fin, podrías recomendar enlaces donde se discutan políticas concretas para abordar, por ejemplo, cómo mejorar la calidad de nuestro tejido ecónomico?
Y por curiosidad, cuando se elaboran políticas de gobierno, cuánto se escucha a los expertos de verdad?
Un saludo.