¿Quién le concederá crédito?. (Publicado en Mercados de El Mundo)

Escrito a las 11:36 am

En 2010 será tan difícil financiarse mediante crédito bancario como ahora que, según el Eurobarómetro, los españoles somos los ciudadanos de la Unión Europea que tenemos más problemas para conseguir hipotecas, créditos y tarjetas de pago. A lo mejor, en eso consiste el tan mentado cambio de modelo de crecimiento de la economía: en empezar a comprar a tocateja, salvo la Administración Pública, cuyo elevado déficit tendrá que encontrar financiadores aunque sea en los renacidos mercados internacionales, o que usted quiera quedarse con una de las miles de viviendas propiedad de las entidades financieras en cuyo caso, espero que, además de un precio ajustado, le concedan unas buenas condiciones de financiación. Gracias a ello, en las estadísticas podrá aparecer un ligero crecimiento en la cifra de crédito global concedido, aunque para mi, para usted y para el empresario de la esquina, si no ha cerrado, seguirá siendo más difícil encontrar un crédito, que al famoso unicornio azul de la canción.
         Y la cosa tiene su aquel. Porque conseguir una economía moderna sin crédito, sí que significaría una refundación del capitalismo aunque, me temo, a escala nacional española. Me explico. En la historia del pensamiento económico, una de las teorías más potentes sobre las crisis recurrentes ha surgido del marxismo. Del de Carlos Marx, con perdón. Aquella que partiendo de la hipótesis de una depauperización creciente de los trabajadores en un sistema de dos clases sociales donde una explotaba a la otra, preveía un momento futuro en el que los capitalistas agotarían los mercados donde vender sus productos, llegando así a una crisis final por una combinación de subconsumo más sobreproducción.
De ahí toma su razón de ser el expansionismo colonialista y el imperialismo, en búsqueda desesperada de nuevos mercados donde colocar los productos excedentarios. Esto fue así hasta que llegaron el binomio empresarial Taylor-Ford, que descubrieron el mejor y más inagotable mercado, capaz de absorber todas las mercancías producidas, en los propios obreros de los países industrializados, aunque eso significase asumir una nueva política de subidas salariales y de integración de los trabajadores en el sistema productivo, social y político. Así, la demanda potencial existente se convirtió en demanda efectiva gracias a una mejora sustancial del reparto de la renta a través de los salarios. En ese momento, el crédito es simplemente una manera de mover en el espacio y en el tiempo, determinadas decisiones económicas.
En los años treinta del siglo pasado, se vuelve a plantear un problema de crisis económica por falta de demanda. En este caso, derivado del hecho de que una gran incertidumbre respecto al futuro paraliza las decisiones de consumo de los ciudadanos, abriendo una nueva brecha entre la demanda potencial y la efectiva, lo que retroalimenta la crisis. Entonces es cuando Keynes teoriza la necesidad de un mayor protagonismo estatal que ayude a cubrir esa distancia entre demanda real y la demanda suficiente para eliminar el desempleo, mediante la confianza que transmite su aval y un gasto público masivo.
De entonces acá, el problema de encontrar mercados en los que vender una producción cada vez mayor y más diversificada, ha seguido estando presente en todas las épocas. La globalización ha sido una respuesta en busca del mercado mundial que limitara, además, los avances salariales. Entonces, el crédito financiero asume un nuevo papel como mediador entre necesidades crecientes y posibilidades menguantes, lo que ha sido fundamental en el caso de las subprimes donde para alimentar la espiral compulsiva de la compra y de los beneficios de quien vende, se concedieron créditos, a quienes por su situación, no podían devolverlos. Pasar de esa situación, en la que vivió con mayor o menor intensidad e ingenio todo el orbe capitalista, a  una sequía crediticia prolongada como la que puede acontecer en España, devendrá en un auténtico cambio de modelo de consumo y, por tanto, de producción.
No se como será el resultado final, ni por cuanto tiempo más podremos aguantar un sector privado donde impera una situación de créditos ausentes, fuertes incrementos del ahorro y  desapalancamientos masivos. Porque si no cambiamos, de base, el mundo y no solo el modelo productivo – y de ello, tal vez, termine por ocuparse ese cambio climático silente que no  acabamos de incorporar entre nuestras máximas preocupaciones a pesar de todos los datos ya existentes – sin recuperar una actividad crediticia significativa, no seremos capaces de consumir en cantidades que permitan ocupar a todos aquellos que hoy están en paro más los nuevos que quieran incorporarse al mercado de trabajo. Es decir, sin crédito, no saldremos de la crisis económica.
Tal vez por ello, el Presidente del Gobierno, hablando esta semana ante los máximos representantes de las empresas norteamericanas en España y después de observar la esgrima parlamentaria entre su Vicepresidenta Económica y el líder de la oposición respecto a los Presupuestos, ha adoptado un tono más próximo a ese medio pesimismo generalizado que impera en nuestro país sobre las perspectivas del año que viene. En él, ya no aparece sólo el riesgo de recaída sino que se teme una recuperación lánguida y en forma de dientes de sierra precisamente porque los encargados de lubricarla con créditos financieros están atrapados entre vender pisos y los escarceos respecto a fusiones, integraciones, compras o nombramientos. Y así no es extraño que resulte difícil encontrar a alguien ocupado en analizar créditos.
En esa situación, crear, como ha hecho el Gobierno, la figura de los “facilitadores” de créditos, pues eso, qué quieren que les diga. Me parece más importante que el Banco de España haya empezado a dar señales de vida llamando la atención a las entidades financieras por su elevado stock inmobiliario, a la vez que facilita encontrar una rápida salida al mismo mediante una modificación de la normativa de provisiones. Ahora sólo falta que aceleren al máximo la necesaria reestructuración financiera para que nuestras entidades de crédito puedan dedicarse cuanto antes, a eso, a concedernos créditos. Porque si no lo hacen ellas, ¿quién lo hará?, ¿las renacidas entidades extranjeras?.

2 comentarios

001
tu anciana abuela
02.11.2009 a las 18:33 Enlace Permanente

Te leo y vivo en un sinvivir.

Echo cuentas de lo que ya se endeuda el Gobierno por mi y de lo que me roban los políticos «corrutos», y se me hacen los dedos huéspedes…

…ahora tenemos que endeudarnos también con los bancos para, como se decía en tiempos de Franco» hacer patria…

002
enric doménech
05.11.2009 a las 20:11 Enlace Permanente

…”Y sin embargo, te ….” , el qué coloquemos detrás de este título de programa televisivo de hace unas décadas, dependerá cómo no, que como bien dejas entrever, sean como por los años ’90, las entidades crediticias no-españolas, las que invadan el mercado nacional, dejando de ser testimoniales, y pillando a contrapié a las Cajas (que estan con el ‘quitame aquí este u otros consejeros, … ahora te dejo fuera, y me quedo yo con todos’ –Bancaixa, Cam y la Generalitat Valenciana-); o los Bancos, que están como los buitres, merodeando los agonizantes y escuálidos empresarios y consejos de administración, viendo si el precio ya es lo suficientemente bajo, y cercano al fondo, para a partir del cambio de la tendencia, materializar desde el primer momento, las “inversiones”.
El negocio bancario consiste en comprar barato, vender caro, pagar poco por nuestro dinero, y cobrar mucho por el prestado. Milagros no existen, y la pregunta que late en el aire es … ¿quedará vida después de la extorsión a la que están sometiendo a todo ser viviente? ¿Se dedicarán a hacer negocio y a dejar de especular con el ‘cardio’ empresarial y social? ¿Vamos a tener que improvisar un ‘electrosock’ para reanimar al empresariado español?
O ¿va a tener que buscar el empresariado nuevas formas de financiación al margen de las entidades financieras? ¿Sociedades de capital riesgo? ¿Re-fundaciones empresariales, y fusiones o acuerdos de mutua asistencia entre grupos empresariales?
¿Innovamos al margen de quien se aprovecha de la situación?

El guante está echado. ¡Imaginación al poder!

Un fuerte saludo desde Xàbia

enric doménech

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